La Cultura y La Creatividad también son Negocio
Aunque son poco difundidas, las oportunidades para la cultura y la creatividad sí existen, desde los portales de fondeo colectivo hasta incubadoras especializadas como Reinventa.
¿Alguna vez has pensado o has intentado tener tu propia empresa cultural? Si lo has hecho, seguramente te habrás dado cuenta que no es nada sencillo. Entre la falta de recursos y el escaso interés por los temas culturales se hace demasiado complicada esta misión. Aunado a estos dos obstáculos tenemos la falta de orientación o capacitación empresarial para hacer autosustentable un proyecto cultural o creativo.
Aunque son poco difundidas, las oportunidades sí existen. Actualmente, los artistas y creadores mexicanos cuentan con opciones para desarrollar empresas culturales. Desde los portales de fondeo colectivo hasta incubadoras especializadas en empresas culturales como Reinventa Incubadora de Ideas A.C.
Esta incubadora, surgida en febrero de 2009, se dedica a fomentar la creación de empresas culturales y creativas.
De acuerdo con la página de Reinventa, se define como Industrias Creativas y Culturales a aquellos “sectores de actividad organizada que tienen como objetivo principal la producción o la reproducción, promoción, difusión y/o comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”.
Entran, por ejemplo, empresas o personas dedicadas a las artes plásticas, fotografía, antigüedades, teatro, circo, danza, libros, revistas, artesanías, cine, radio, moda, joyería, publicidad, turismo, animaciones, videojuegos y todas aquellas que se dediquen a promover y difundir temas culturales y creativos.
Reinventa cuenta con diversos programas enfocados en una Estrategia Nacional de Activación de la Economía Creativa, a través de la cual busca incidir en la innovación, emprendimiento y promoción cultural.
Con el programa Cecrea, Reinventa identifica “el potencial de los próximos emprendedores como agentes del cambio, capacitándolos y guiándolos a través de los procesos de gestión que requieren los proyectos culturales” para posicionarlos dentro de la Industria Cultural y Creativa.
Otro programa es Incultura, a través del cual se “facilita, diseña, implementa, consolida, evalúa y mejora los proyectos de los emprendedores culturales, para desarrollar la autogestión de los mismos, guiándolos a través de procesos de seguimiento para crear empleos y oportunidades de difusión, y hacer de ellos proyectos productivos, articulados en redes locales de cooperación”.
Nodo es otro programa de Reinventa que “busca fortalecer las alianzas de los emprendedores con autoridades, académicos y profesionales del sector cultural para ampliar la difusión y el apoyo para proyectos culturales a través de acciones políticas estratégicas, a fin de encontrar posturas e ideas comunes sobre la cultura y la Industria Cultural y Creativa.
Éstos son sólo algunos de los programas desarrollados por esta incubadora para apoyar a las empresas y a los emprendedores del sector cultural y creativo del país, a los que también ofrece seminarios y talleres especializados en el sector.
Ahora ya sabes de otra opción para emprender en la cultura, las artes y la creatividad. Te invito a que visites su página web para conocer más detalles de esta incubadora.
Aunque son poco difundidas, las oportunidades para la cultura y la creatividad sí existen, desde los portales de fondeo colectivo hasta incubadoras especializadas como Reinventa.
¿Alguna vez has pensado o has intentado tener tu propia empresa cultural? Si lo has hecho, seguramente te habrás dado cuenta que no es nada sencillo. Entre la falta de recursos y el escaso interés por los temas culturales se hace demasiado complicada esta misión. Aunado a estos dos obstáculos tenemos la falta de orientación o capacitación empresarial para hacer autosustentable un proyecto cultural o creativo.
Aunque son poco difundidas, las oportunidades sí existen. Actualmente, los artistas y creadores mexicanos cuentan con opciones para desarrollar empresas culturales. Desde los portales de fondeo colectivo hasta incubadoras especializadas en empresas culturales como Reinventa Incubadora de Ideas A.C.
Esta incubadora, surgida en febrero de 2009, se dedica a fomentar la creación de empresas culturales y creativas.
De acuerdo con la página de Reinventa, se define como Industrias Creativas y Culturales a aquellos “sectores de actividad organizada que tienen como objetivo principal la producción o la reproducción, promoción, difusión y/o comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o patrimonial”.
Entran, por ejemplo, empresas o personas dedicadas a las artes plásticas, fotografía, antigüedades, teatro, circo, danza, libros, revistas, artesanías, cine, radio, moda, joyería, publicidad, turismo, animaciones, videojuegos y todas aquellas que se dediquen a promover y difundir temas culturales y creativos.
Reinventa cuenta con diversos programas enfocados en una Estrategia Nacional de Activación de la Economía Creativa, a través de la cual busca incidir en la innovación, emprendimiento y promoción cultural.
Con el programa Cecrea, Reinventa identifica “el potencial de los próximos emprendedores como agentes del cambio, capacitándolos y guiándolos a través de los procesos de gestión que requieren los proyectos culturales” para posicionarlos dentro de la Industria Cultural y Creativa.
Otro programa es Incultura, a través del cual se “facilita, diseña, implementa, consolida, evalúa y mejora los proyectos de los emprendedores culturales, para desarrollar la autogestión de los mismos, guiándolos a través de procesos de seguimiento para crear empleos y oportunidades de difusión, y hacer de ellos proyectos productivos, articulados en redes locales de cooperación”.
Nodo es otro programa de Reinventa que “busca fortalecer las alianzas de los emprendedores con autoridades, académicos y profesionales del sector cultural para ampliar la difusión y el apoyo para proyectos culturales a través de acciones políticas estratégicas, a fin de encontrar posturas e ideas comunes sobre la cultura y la Industria Cultural y Creativa.
Éstos son sólo algunos de los programas desarrollados por esta incubadora para apoyar a las empresas y a los emprendedores del sector cultural y creativo del país, a los que también ofrece seminarios y talleres especializados en el sector.
Ahora ya sabes de otra opción para emprender en la cultura, las artes y la creatividad. Te invito a que visites su página web para conocer más detalles de esta incubadora.
Veteranos experimentados de las guerras empresariales:
Los empresarios exitosos ¿nacen o se hacen?
EL SECRETO DEL ÉXITO EMPRESARIAL: ¿HABILIDAD, PERSONALIDAD O SUERTE?
“Entonces, ¿cuál es el secreto de su éxito: la habilidad, la personalidad o la suerte?”.
Ante mí había una docena o más de empresarios exitosos. No especuladores despampanantes de Wall Street, figuras corporativas o inversionistas de capital de riesgo,
sino veteranos experimentados de la escuela a palos.
Eran operadores de negocios que habían trabajado haciendo su propio esfuerzo,
perseverando y convirtiéndose en personas muy exitosas. Uno había construido un imperio
vendiendo automóviles usados; otro se encontraba en el negocio de las baratijas; un tercero
compraba, renovaba y arrendaba casas en áreas de bajos ingresos. El empresario menos
exitoso tenía un valor neto de $25 millones, el más exitoso, de $100 millones o más.
Ante el silencio de todos, volví a insistir: “¿Fue la habilidad, la personalidad o la suerte lo
que les hizo tan exitosos?”.
De nuevo, un silencio inquietante. Como empresario exitoso, entendí que pocas personas quieren hablar de su éxito. Como maestro socrático, sabía que el silencio pronto se volvería inaguantable. Lo que no sabía era cuán pronto aprendería un secreto sorprendente sobre el éxito empresarial. Pregunté por tercera vez: “¿Qué es lo más importante para ser un empresario exitoso: la habilidad, la personalidad o la suerte?”.
LAS HABILIDADES QUE LLEVAN AL ÉXITO EMPRESARIAL
Finalmente, alguien respondió: “La habilidad. Y en especial, la capacidad de vender”.
“Ayuda haber nacido con una personalidad atractiva”, agregó el que había hecho una
fortuna con casas de alquiler. “Pero la personalidad no sustituye a la tarea de tocar puerta
tras puerta, y cada vez que uno es rechazado tener el valor de volver a tocar. Las ventas son
cuestión de aprendizaje sobre la naturaleza humana, la propia y la ajena, mediante la
prueba y el error”.
Siguió rápidamente una lista de habilidades importantes:
• “La capacidad de encontrar buenos vendedores y manejar una fuerza de ventas”.
• “Tener un buen conocimiento de qué cifras son importantes”.
• “Saber cómo montar una línea de ensamble o un proceso de entrega de servicios”.
Se agregaron más habilidades a la lista:
• “Ser capaz de comunicarse claramente”
• “Escuchar y hacer preguntas a los clientes”.
• “Ser alguien que piensa y soluciona problemas”.
• “Ser lo suficientemente curioso como para descubrir y entender las estrategias de los
competidores”.
A medida que cada empresario respondía, yo escribía sus respuestas en la pizarra. Pensé
sobre lo que no estaba en la lista. No se había mencionado ser capaz de escribir un plan de
negocios. Tampoco se había dicho nada sobre la capacidad de recaudar fondos. Las
habilidades normalmente celebradas en la prensa de negocios y enseñadas en los
programas de MBA no parecían importar demasiado a estos empresarios del mundo real.
Los operadores sabían, igual que yo, que contar con clientes entusiastas y una operación
fluida era mucho más importante que escribir un prospecto de cien páginas. Es agregar
valor a la vida de los clientes y los empleados lo que se transforma en un excelente negocio.
Además, no recaudar fondos significa que uno retiene el 100% de la propiedad y de las
ganancias, y que se permanece completamente en control.
LA PERSONALIDAD FRENTE A LA HABILIDAD
Finalmente, alguien discrepó. “La personalidad triunfa sobre la habilidad”, dijo el
vendedor de baratijas. “La perseverancia es mucho más importante que la habilidad o el
talento. Usted tiene que tener una mentalidad que nunca se da por vencida, sin importar
cuán difíciles se pongan las cosas. Un poco de talento y mucho trabajo duro son la base
para aprender cualquier habilidad, y mucho más importantes en el largo plazo”.
Otro empresario empezó a citar a Calvin Coolidge de memoria: “Nada en este mundo
ocupará el lugar de la persistencia: no será el talento; nada es más común que hombres
fracasados con talento. Tampoco el genio: el genio sin recompensa es casi un proverbio. Ni
la educación: el mundo está lleno de negligentes educados. La persistencia y la
determinación son omnipotentes. El lema ‘Sigue adelante’ ha resuelto y resolverá siempre
los problemas de la raza humana”.
“Absolutamente correcto,” dijo un tercero. “Michael Jordan y Tiger Woods nacieron con
un talento extraordinario. Pero sin los miles de horas de práctica de tiros libres e
incontables horas en el campo de práctica, ninguno se habría convertido en campeón.
Dominar una habilidad requiere dedicación, por lo que la personalidad debe contar antes
que el talento”.
Sabía que estaban en lo correcto. Se tardan 10,000 horas en dominar una habilidad. Eso
significa tres horas de práctica al día, todos los días, durante diez años. Conocía muchas
más personas con talento natural sin utilizar, que con dedicación y perseverancia
cualidades críticas para el éxito empresarial.
Siguieron después otras importantes características de la personalidad:
• Curiosidad básica.
• Imparcialidad.
• Valor.
• Búsqueda incesante de oportunidades.
LA SUERTE COMO FACTOR
“Pero ¿y qué hay de la suerte?” —pregunté.
Silencio.
“¿Pueden decirme con seguridad que la suerte ha desempeñado un papel importante en su
vida?”.
Más silencio. Luego: “Seguro: la suerte ha desempeñado un papel”, dijo el vendedor de
baratijas. “Pero usted preguntó sobre el éxito. La suerte es la diferencia entre producir un
millón de dólares y diez millones o cien millones. No es la diferencia entre el éxito y el
fracaso. Cada uno de nosotros iba a ser exitoso; sólo era cuestión de cuánto tiempo le
llevaría”.
El magnate de los automóviles usados estuvo de acuerdo: “El éxito empresarial no tiene
que ver con el dinero; se trata de la libertad. La meta no es generar más de lo que se
necesita, es gastar menos de lo que se genera. De esa forma, su tiempo libre le pertenece”.
“Usted puede ser la persona con más suerte en la Tierra” —agregó otro— “pero cuando la
suerte llega a alguien que no está preparado, o no tiene carácter, o ve el dinero como la
cosa más importante en la vida, nunca resulta nada bueno de ello”.
La discusión continuó durante otros treinta minutos o más, mientras los empresarios
perseverantes debatían y yo registraba sus comentarios en la pizarra.
UNA LECCIÓN INESPERADA
Hasta el momento, nuestra conversación solamente había confirmado bastante de lo que
enseñamos en Acton, nuestra escuela de negocios para empresarios decididos. Pero estaba
perdiéndome una interesante lección, justamente delante de mí, a plena vista.
Se trataba precisamente de la pizarra: en la parte superior central destacaba la pregunta
formulada: “Los empresarios ¿nacen o se hacen?”, y debajo de esto, los encabezados:
“Habilidades”, “Personalidad” y “Suerte”. Palabras como “Habilidad para las ventas”,
“Valor” y “Perseverancia” llenaban las columnas.
Pero, diseminadas por otros espacios de la pizarra había palabras y frases que no parecían
encajar en ninguna de las columnas. Palabras como “relaciones con los clientes”, y
“reputación de boca en boca”, “conocer lo que un rival hará después”, “diseñar el sistema
de reporte adecuado para mi tipo de compañía” y otras similares.
De repente, lo entendí. Estas no eran habilidades o características de la personalidad, ni
talentos innatos o habilidades ganadas con esfuerzo, sino activos, depósitos de habilidades
y personalidad, realizados de una manera consistente, durante un viaje empresarial de
prueba y error, y de lucha a lo largo de toda una vida.
Me percaté de que podría rescatar cada una de las palabras y frases huérfanas, bajo alguno
de los tres encabezados: “Experiencia práctica en la industria”, “Buen juicio sobre los
negocios” y “Reputación y relaciones”.
Experiencia práctica en la industria
Algunos activos se construyen durante una batalla competitiva. Se forman realizando una
llamada de ventas a la vez, a través de incontables experimentos de prueba y error,
haciendo y entregando productos, vigilando cada vez más atentamente la reacción de los
rivales.
En cierto modo, cada empresario de los reunidos en la habitación había desempeñado un
papel escribiendo la historia de su industria, y podría sopesar instintivamente las
probabilidades de lo que podría ocurrir después.
La recompensa fue una base de datos de conocimiento tácito, que sería imposible copiar o
reproducir: ¿en cuál proveedor confiar? ¿Qué clientes pagarían en tiempo y cómo
reaccionarían los rivales a cambios en la demanda o en los precios?
Buen juicio en los negocios
Luego están los activos formados durante la lucha diaria de tomar decisiones operativas.
Decisión tras decisión, un éxito y un error a la vez, los empresarios acumulan un inventario
sólido de lecciones sobre cómo operar un negocio.
Aquí el conocimiento no es específico de la industria, sino relacionado con las realidades
diarias de dirigir un negocio. Por ejemplo, saber cómo crear un sistema de pagos e
incentivos, instalar un sistema de contabilidad o establecer un canal de contratación. O
cómo elegir entre recaudar deuda o vender patrimonio, o simplemente desacelerar la tasa
de crecimiento para que una compañía pueda financiar su propio crecimiento de sus flujos
de efectivo libre.
¿Cuál fue la recompensa por adquirir un buen juicio sobre negocios para nuestros
empresarios inflexibles? Saber qué preguntas hacer. Saber cuándo actuar rápidamente y
cuándo tomarse el tiempo de reflexionar. Internalizar ciertas pequeñas lecciones sobre la
naturaleza humana, que facilitan dirigir a las personas que tienen alrededor.
Relaciones y reputación
Por último, están los lazos invaluables y los activos formados a medida que usted trabaja
con otras personas. Cada vez que cumple una promesa, actúa de forma amable con otra
persona, o demuestra carácter cuando los tiempos son difíciles, usted agrega otro depósito
en su cuenta.
La tarea más difícil para la mayoría de los negocios es atraer a los clientes, empleados e
inversionistas correctos. Hacer las cosas de forma correcta y hacer lo correcto para
constituir relaciones sólidas. También lo es ser honesto y directo. Y hacer un esfuerzo
adicional: las relaciones sólidas, conformadas de boca en boca, forman la reputación.
Si usted hubiera podido cavar profundamente en el corazón de cada uno de los
empresarios reunidos en la habitación, habría descubierto que los activos más
entrañables habrían sido sus relaciones y la reputación adquirida. Las relaciones, porque
al final la verdadera recompensa de un negocio es saber con quién trabaja usted y a quién
sirve. La reputación, porque los negocios de los reunidos en la habitación reflejaban
quiénes eran ellos, su ADN personal, la ventaja competitiva que nunca nadie habría
podido copiar.
EL SECRETO: MANTENERSE EN EL CAMINO
Entonces entendí el secreto: estos empresarios exitosos se habían tomado el tiempo para
dominar habilidades decisivas, normalmente en áreas en las que tenían talento natural. La
personalidad también había sido importante, especialmente la perseverancia y honestidad.
Y la suerte había desempeñado un papel, aunque la mayoría se habrían sentido
financieramente seguros sin ella, y algunos hasta podrían haber llegado a concluir que el
exceso de riqueza en ciertos casos es más una carga que una bendición.
Entonces, a fin de cuentas, ¿qué los hacía diferentes de otros que no habían sido tan
exitosos ni se consideraban tan realizados? Se habían mantenido en el camino.
Otros aspirantes a empresarios pudieron haber sido hasta más talentosos, pero se
aburrieron. Saltaron de industria en industria. Trataron de volverse ricos rápidamente.
Confiaron en aquellos a “quienes conocían”, para contar con oportunidades y favores, en
lugar de dominar una habilidad. Trataron de cobrar ventaja de otros, en lugar de hacer lo
que era más correcto.
Los héroes empresariales que tenía delante de mí valoraban mucho el excelente juego de la
capacidad empresarial. Por eso se presentaban cada día en la misma industria, con las
mismas personas. Mediante un ejercicio de prueba y error, con decisiones exitosas y
fallidas, lograron hacer pequeños depósitos de experiencia práctica en torno a una
industria, conocer el negocio y consolidar la confianza, elementos estos con los cuales
construyeron una red de activos que hicieron de dirigir un negocio exitoso algo mucho
más fácil, y servir como una barrera formidable frente a los rivales.
Los empresarios exitosos ¿nacen o se hacen? ¿Son empresarios bendecidos con un gen raro
o moldeados por sus padres y durante su niñez? Estas no son siquiera preguntas correctas.
Los empresarios se convierten en exitosos, mediante pequeñas inversiones, en un proceso
sin fin. El éxito empresarial no es un destino, sino un viaje. Un viaje paso a paso, un solo
paso a la vez, creando poco a poco el tesoro de toda la vida.
La lección aprendida en aquella circunstancia permanecerá mucho tiempo conmigo.
Los empresarios exitosos ¿nacen o se hacen?
EL SECRETO DEL ÉXITO EMPRESARIAL: ¿HABILIDAD, PERSONALIDAD O SUERTE?
“Entonces, ¿cuál es el secreto de su éxito: la habilidad, la personalidad o la suerte?”.
Ante mí había una docena o más de empresarios exitosos. No especuladores despampanantes de Wall Street, figuras corporativas o inversionistas de capital de riesgo,
sino veteranos experimentados de la escuela a palos.
Eran operadores de negocios que habían trabajado haciendo su propio esfuerzo,
perseverando y convirtiéndose en personas muy exitosas. Uno había construido un imperio
vendiendo automóviles usados; otro se encontraba en el negocio de las baratijas; un tercero
compraba, renovaba y arrendaba casas en áreas de bajos ingresos. El empresario menos
exitoso tenía un valor neto de $25 millones, el más exitoso, de $100 millones o más.
Ante el silencio de todos, volví a insistir: “¿Fue la habilidad, la personalidad o la suerte lo
que les hizo tan exitosos?”.
De nuevo, un silencio inquietante. Como empresario exitoso, entendí que pocas personas quieren hablar de su éxito. Como maestro socrático, sabía que el silencio pronto se volvería inaguantable. Lo que no sabía era cuán pronto aprendería un secreto sorprendente sobre el éxito empresarial. Pregunté por tercera vez: “¿Qué es lo más importante para ser un empresario exitoso: la habilidad, la personalidad o la suerte?”.
LAS HABILIDADES QUE LLEVAN AL ÉXITO EMPRESARIAL
Finalmente, alguien respondió: “La habilidad. Y en especial, la capacidad de vender”.
“Ayuda haber nacido con una personalidad atractiva”, agregó el que había hecho una
fortuna con casas de alquiler. “Pero la personalidad no sustituye a la tarea de tocar puerta
tras puerta, y cada vez que uno es rechazado tener el valor de volver a tocar. Las ventas son
cuestión de aprendizaje sobre la naturaleza humana, la propia y la ajena, mediante la
prueba y el error”.
Siguió rápidamente una lista de habilidades importantes:
• “La capacidad de encontrar buenos vendedores y manejar una fuerza de ventas”.
• “Tener un buen conocimiento de qué cifras son importantes”.
• “Saber cómo montar una línea de ensamble o un proceso de entrega de servicios”.
Se agregaron más habilidades a la lista:
• “Ser capaz de comunicarse claramente”
• “Escuchar y hacer preguntas a los clientes”.
• “Ser alguien que piensa y soluciona problemas”.
• “Ser lo suficientemente curioso como para descubrir y entender las estrategias de los
competidores”.
A medida que cada empresario respondía, yo escribía sus respuestas en la pizarra. Pensé
sobre lo que no estaba en la lista. No se había mencionado ser capaz de escribir un plan de
negocios. Tampoco se había dicho nada sobre la capacidad de recaudar fondos. Las
habilidades normalmente celebradas en la prensa de negocios y enseñadas en los
programas de MBA no parecían importar demasiado a estos empresarios del mundo real.
Los operadores sabían, igual que yo, que contar con clientes entusiastas y una operación
fluida era mucho más importante que escribir un prospecto de cien páginas. Es agregar
valor a la vida de los clientes y los empleados lo que se transforma en un excelente negocio.
Además, no recaudar fondos significa que uno retiene el 100% de la propiedad y de las
ganancias, y que se permanece completamente en control.
LA PERSONALIDAD FRENTE A LA HABILIDAD
Finalmente, alguien discrepó. “La personalidad triunfa sobre la habilidad”, dijo el
vendedor de baratijas. “La perseverancia es mucho más importante que la habilidad o el
talento. Usted tiene que tener una mentalidad que nunca se da por vencida, sin importar
cuán difíciles se pongan las cosas. Un poco de talento y mucho trabajo duro son la base
para aprender cualquier habilidad, y mucho más importantes en el largo plazo”.
Otro empresario empezó a citar a Calvin Coolidge de memoria: “Nada en este mundo
ocupará el lugar de la persistencia: no será el talento; nada es más común que hombres
fracasados con talento. Tampoco el genio: el genio sin recompensa es casi un proverbio. Ni
la educación: el mundo está lleno de negligentes educados. La persistencia y la
determinación son omnipotentes. El lema ‘Sigue adelante’ ha resuelto y resolverá siempre
los problemas de la raza humana”.
“Absolutamente correcto,” dijo un tercero. “Michael Jordan y Tiger Woods nacieron con
un talento extraordinario. Pero sin los miles de horas de práctica de tiros libres e
incontables horas en el campo de práctica, ninguno se habría convertido en campeón.
Dominar una habilidad requiere dedicación, por lo que la personalidad debe contar antes
que el talento”.
Sabía que estaban en lo correcto. Se tardan 10,000 horas en dominar una habilidad. Eso
significa tres horas de práctica al día, todos los días, durante diez años. Conocía muchas
más personas con talento natural sin utilizar, que con dedicación y perseverancia
cualidades críticas para el éxito empresarial.
Siguieron después otras importantes características de la personalidad:
• Curiosidad básica.
• Imparcialidad.
• Valor.
• Búsqueda incesante de oportunidades.
LA SUERTE COMO FACTOR
“Pero ¿y qué hay de la suerte?” —pregunté.
Silencio.
“¿Pueden decirme con seguridad que la suerte ha desempeñado un papel importante en su
vida?”.
Más silencio. Luego: “Seguro: la suerte ha desempeñado un papel”, dijo el vendedor de
baratijas. “Pero usted preguntó sobre el éxito. La suerte es la diferencia entre producir un
millón de dólares y diez millones o cien millones. No es la diferencia entre el éxito y el
fracaso. Cada uno de nosotros iba a ser exitoso; sólo era cuestión de cuánto tiempo le
llevaría”.
El magnate de los automóviles usados estuvo de acuerdo: “El éxito empresarial no tiene
que ver con el dinero; se trata de la libertad. La meta no es generar más de lo que se
necesita, es gastar menos de lo que se genera. De esa forma, su tiempo libre le pertenece”.
“Usted puede ser la persona con más suerte en la Tierra” —agregó otro— “pero cuando la
suerte llega a alguien que no está preparado, o no tiene carácter, o ve el dinero como la
cosa más importante en la vida, nunca resulta nada bueno de ello”.
La discusión continuó durante otros treinta minutos o más, mientras los empresarios
perseverantes debatían y yo registraba sus comentarios en la pizarra.
UNA LECCIÓN INESPERADA
Hasta el momento, nuestra conversación solamente había confirmado bastante de lo que
enseñamos en Acton, nuestra escuela de negocios para empresarios decididos. Pero estaba
perdiéndome una interesante lección, justamente delante de mí, a plena vista.
Se trataba precisamente de la pizarra: en la parte superior central destacaba la pregunta
formulada: “Los empresarios ¿nacen o se hacen?”, y debajo de esto, los encabezados:
“Habilidades”, “Personalidad” y “Suerte”. Palabras como “Habilidad para las ventas”,
“Valor” y “Perseverancia” llenaban las columnas.
Pero, diseminadas por otros espacios de la pizarra había palabras y frases que no parecían
encajar en ninguna de las columnas. Palabras como “relaciones con los clientes”, y
“reputación de boca en boca”, “conocer lo que un rival hará después”, “diseñar el sistema
de reporte adecuado para mi tipo de compañía” y otras similares.
De repente, lo entendí. Estas no eran habilidades o características de la personalidad, ni
talentos innatos o habilidades ganadas con esfuerzo, sino activos, depósitos de habilidades
y personalidad, realizados de una manera consistente, durante un viaje empresarial de
prueba y error, y de lucha a lo largo de toda una vida.
Me percaté de que podría rescatar cada una de las palabras y frases huérfanas, bajo alguno
de los tres encabezados: “Experiencia práctica en la industria”, “Buen juicio sobre los
negocios” y “Reputación y relaciones”.
Experiencia práctica en la industria
Algunos activos se construyen durante una batalla competitiva. Se forman realizando una
llamada de ventas a la vez, a través de incontables experimentos de prueba y error,
haciendo y entregando productos, vigilando cada vez más atentamente la reacción de los
rivales.
En cierto modo, cada empresario de los reunidos en la habitación había desempeñado un
papel escribiendo la historia de su industria, y podría sopesar instintivamente las
probabilidades de lo que podría ocurrir después.
La recompensa fue una base de datos de conocimiento tácito, que sería imposible copiar o
reproducir: ¿en cuál proveedor confiar? ¿Qué clientes pagarían en tiempo y cómo
reaccionarían los rivales a cambios en la demanda o en los precios?
Buen juicio en los negocios
Luego están los activos formados durante la lucha diaria de tomar decisiones operativas.
Decisión tras decisión, un éxito y un error a la vez, los empresarios acumulan un inventario
sólido de lecciones sobre cómo operar un negocio.
Aquí el conocimiento no es específico de la industria, sino relacionado con las realidades
diarias de dirigir un negocio. Por ejemplo, saber cómo crear un sistema de pagos e
incentivos, instalar un sistema de contabilidad o establecer un canal de contratación. O
cómo elegir entre recaudar deuda o vender patrimonio, o simplemente desacelerar la tasa
de crecimiento para que una compañía pueda financiar su propio crecimiento de sus flujos
de efectivo libre.
¿Cuál fue la recompensa por adquirir un buen juicio sobre negocios para nuestros
empresarios inflexibles? Saber qué preguntas hacer. Saber cuándo actuar rápidamente y
cuándo tomarse el tiempo de reflexionar. Internalizar ciertas pequeñas lecciones sobre la
naturaleza humana, que facilitan dirigir a las personas que tienen alrededor.
Relaciones y reputación
Por último, están los lazos invaluables y los activos formados a medida que usted trabaja
con otras personas. Cada vez que cumple una promesa, actúa de forma amable con otra
persona, o demuestra carácter cuando los tiempos son difíciles, usted agrega otro depósito
en su cuenta.
La tarea más difícil para la mayoría de los negocios es atraer a los clientes, empleados e
inversionistas correctos. Hacer las cosas de forma correcta y hacer lo correcto para
constituir relaciones sólidas. También lo es ser honesto y directo. Y hacer un esfuerzo
adicional: las relaciones sólidas, conformadas de boca en boca, forman la reputación.
Si usted hubiera podido cavar profundamente en el corazón de cada uno de los
empresarios reunidos en la habitación, habría descubierto que los activos más
entrañables habrían sido sus relaciones y la reputación adquirida. Las relaciones, porque
al final la verdadera recompensa de un negocio es saber con quién trabaja usted y a quién
sirve. La reputación, porque los negocios de los reunidos en la habitación reflejaban
quiénes eran ellos, su ADN personal, la ventaja competitiva que nunca nadie habría
podido copiar.
EL SECRETO: MANTENERSE EN EL CAMINO
Entonces entendí el secreto: estos empresarios exitosos se habían tomado el tiempo para
dominar habilidades decisivas, normalmente en áreas en las que tenían talento natural. La
personalidad también había sido importante, especialmente la perseverancia y honestidad.
Y la suerte había desempeñado un papel, aunque la mayoría se habrían sentido
financieramente seguros sin ella, y algunos hasta podrían haber llegado a concluir que el
exceso de riqueza en ciertos casos es más una carga que una bendición.
Entonces, a fin de cuentas, ¿qué los hacía diferentes de otros que no habían sido tan
exitosos ni se consideraban tan realizados? Se habían mantenido en el camino.
Otros aspirantes a empresarios pudieron haber sido hasta más talentosos, pero se
aburrieron. Saltaron de industria en industria. Trataron de volverse ricos rápidamente.
Confiaron en aquellos a “quienes conocían”, para contar con oportunidades y favores, en
lugar de dominar una habilidad. Trataron de cobrar ventaja de otros, en lugar de hacer lo
que era más correcto.
Los héroes empresariales que tenía delante de mí valoraban mucho el excelente juego de la
capacidad empresarial. Por eso se presentaban cada día en la misma industria, con las
mismas personas. Mediante un ejercicio de prueba y error, con decisiones exitosas y
fallidas, lograron hacer pequeños depósitos de experiencia práctica en torno a una
industria, conocer el negocio y consolidar la confianza, elementos estos con los cuales
construyeron una red de activos que hicieron de dirigir un negocio exitoso algo mucho
más fácil, y servir como una barrera formidable frente a los rivales.
Los empresarios exitosos ¿nacen o se hacen? ¿Son empresarios bendecidos con un gen raro
o moldeados por sus padres y durante su niñez? Estas no son siquiera preguntas correctas.
Los empresarios se convierten en exitosos, mediante pequeñas inversiones, en un proceso
sin fin. El éxito empresarial no es un destino, sino un viaje. Un viaje paso a paso, un solo
paso a la vez, creando poco a poco el tesoro de toda la vida.
La lección aprendida en aquella circunstancia permanecerá mucho tiempo conmigo.